Lomerio.

Escritos

La aguja viaja tres puntadas a través del lienzo crudo, grueso

Marca por encima del grafito con trazos celestes

La llama abraza el caldero que contiene el pollo recién desplumado

Para que luego los dedos lo desmenucen en un acto certero y final.

Los borrachos cantan al equipo azul, como buenos comandantes, gritan órdenes que luego los jugadores decidirán obviar para anotar su 4to gol.

Las doñas rien a la sombra del viejo árbol del patio de Pascuala, comparten un bromas en palabras centenarias, indescifrables para mí.  De igual manera me contagian la risa a través de sus sonrisas agradables.

Doña Catalina hila el algodón que encontró en el chaco, mientras su marido, en un escenario secundario (trasero) corta precisamente  y sin errar piezas de tacuara para elaborar flautas que luego los escolares tocaran ávidamente.

Una pareja de adultos mayores tratan de evitar contar la historia de su unión, entre risas y un poco de vergüenza guardan destellos de intimidad que solo ellos podrán, entre ellos atesorar.

Un niño se niega a dejar su idioma originario, huye del cura que le fuerza hablar en español, mientras su padre huye del capataz de la hacienda que lo castiga y lo fuerza trabajar.

Trata de forzar mediante azotes la lengua extranjera, dominante

Años después sus hijas contarán esta historia.

Cuentan historias de ríos, minas, madres e hijas que por más que sean cuentos de distintas voces, todas se entrelazan entre sí, como los hilos de colores y el lienzo crudo, a través del bordado.